domingo, 20 de marzo de 2011

"Espectral", de Ángel Guinda (Olifante)


Conocí a Ángel Guinda en un autobús camino de Logroño y no imaginaba que meses después sería la responsable de introducir su lectura durante las últimas jornadas de poesía Versátil.es que se celebran anualmente en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Valladolid. Escribir sobre Ángel Guinda conlleva las dificultades propias de ofrecer una visión panorámica – más objetiva que menos – de un Sabio con Savia al que valoro, respeto y, en definitiva, (sin querer queriendo) quiero.

Ángel Guinda nace en Zaragoza en el año 1948. Es allí donde crece hasta iniciarse en el camino de las letras tal vez sin darse mucha cuenta. Muchacho que observa evitando decadencias cotidianas, cuenta cómo de niño veía en su ciudad “Manadas de hombres y mujeres sin cabeza. / Y cabezas rodando por las calles”. Entre el bullicio de la capital comienzan las voces interiores, también, que traerán consigo las primeras composiciones años después, cuando él mismo escribe: “De voces está llena mi cabeza. / Voces de oxígeno, secretas, emigrantes, que sangran, voces esqueléticas, voces de flores, rocas, animales, voces sin tumba, voces exiliadas. / Pero siempre oigo voces, voces, voces”. Y es que Guinda siempre ha tenido dispuestos los cinco sentidos, los oídos y los ojos (los del rostro y los del alma) bien abiertos convirtiendo el mundo en una realidad extensa y amplia de tanto mirarla.

Con los años vienen los cambios. Cambia la Medicina por la Enseñanza: tampoco hay tanta distancia entre curar y enseñar, que es lo segundo más importante si tenemos en cuenta que recibir una buena educación es la mejor medicina. Se puede decir que cambió de idea; aunque por supuesto no cambió de Ideas. Cambia, así, también el Ebro por el Manzanares para dar paso a una transformación en su obra poética. Guinda da el salto al existencialismo preocupado por el paso del tiempo y las soledades. Algunos títulos son. Escribe porque sabe hacerlo; pero escribe también porque lo necesita, porque no concibe la vida sin la escritura, sin la creación. Toca géneros muy variados como es el artículo, el ensayo, la traducción, el manifiesto incluso el himno siendo coautor del Himno de Aragón. No obstante, sin duda alguna, destaca y se le conoce en el mundo como poeta. Con el nuevo siglo, su afán por comunicar lleva a Guinda a una poesía abierta y generosa que llega a todos bajo títulos tales como Espectral su último libro de composiciones cortas de prosa poética.

De esta manera vamos viendo cómo Ángel Guinda hace viajar al lector hacia sí mismo. Reflexiona acerca del hombre así como de los valores y las preocupaciones universales partiendo de sí. Se torna, en sus composiciones, absolutamente consciente de su trayectoria vital, de la vida y de la muerte como haz y envés de la grandeza de estar en el mundo embalsamado por el amor. Espectral es accesible, auténtico, autónomo, comprometido, cotidiano, didáctico, habitable, honesto, indomable, libre, maduro y rehabilitador. Su poesía es anunciadora y denunciadora. Su poesía inventa lo que conoce. Así es como el autor ve y se ve, vive y se vive y se bebe la vida (y se la fuma también, aunque no se le esfume ni un ápice de probarla). Con todo esto, desde la admiración que le profeso, me gustaría concluir estas líneas contándoos a todos cómo Ángel Guinda honró los colores de la bandera del sexto Festival de la Palabra: blanco, rojo y negro.

Blanco puro es el color de los ojos con los que mira y de los brazos con los que acoge a los poetas que empiezan; es también blanco el color del papel que todavía no ha compuesto; y es, preci(o)samente, este color blanco el de las manos por las que aboga sin más abogado que su ideal de paz para todos por igual. Blanco y bueno es el nombre de este hombre de tierra y de cielo.


Rojo es el vino con el que celebra los años; y rojo también el color de la sangre que le palpita en todas y cada una de las palabras; como rojo es el miedo que deja en el desperezo temprano de por la mañana; rojo y dulce es su apellido.


Negro el humo que le ocupa los pulmones de ansias pequeñas pero grandiosas; negro es el color de la muerte viva que traza como compañera en sus textos; café negro para sobrevivir más despierto como el agujero negro que completa con su estar; y negro es también el punto y seguido al que invita su nombre.


Disfrutad leyendo Espectral. Disfrutad de Ángel Guinda.

Rut Sanz Montaña.
25 años. Valladolid.